Por Marcelo Lopez
Croacia es un país pequeño con una extensión de poco más de 50 mil kilómetros cuadrados (aproximadamente del tamaño de Quintana Roo) sobre el Mar Adriático y un cumulo de islas emergiendo del mar. Sin embargo, en belleza, paisajes y lugares por descubrir es extremadamente grande y rico. De hecho, la variedad de sus paisajes, ciudades y costumbres hace que sea un verdadero desafío el elegir los lugares a visitar cuando el tiempo es limitado. En nuestro caso, el viaje estuvo limitado a 7 días en donde tuvimos que poner ingenio y movilidad para disfrutar y descubrir un país tan bonito.
Split
Esta ciudad costera nació en y alrededor del palacio de Diocleciano, quien fuera el primer emperador romano de la historia en abdicar al trono. Esto significa que Diocleciano, Emperador de Roma, despertó un día y habiendo visto que había sobrevivido a una posición en donde la mayoría terminaba muerto, asesinado o traicionado, decidió “jubilarse”. Dejó su trono y se trasladó a la Villa de Verano que había hecho construir tiempo antes. Ese palacio donde paso sus últimos años se fue convirtiendo lentamente en una ciudad, puertas adentro y por supuesto, en las afueras. Hoy es una ciudad moderna, enfrentada al Mar Adriático, con ciertas características arquitectónicas de la antigua Unión Soviética que no se pueden negar y una Riviera muy concurrida y bonita. Sin embargo, lo aconsejable es alojarse dentro del palacio mismo (hoy convertido en parte de la ciudad con negocios, restaurantes, museos y cafés) o en las afueras, pero siempre bien próximo a él. Allí se desarrolla todo lo que pasa en la ciudad. Está la vida nocturna, los paseos, las vidrieras, los cafés y también la vida de la gente local. El palacio en sí mismo está muy bien conservado, con sus cuatro puertas de bronce, plata, oro y hierro; llamadas así no por los materiales de los que estaban hechas, sino por su importancia y función. La de oro, por ejemplo, era solo para que la utilizaran Diocleciano y su familia.
El palacio es enteramente peatonal, por lo cual, si bien hay mucha gente a toda hora es muy fácil moverse. Ingresando por la puerta de Bronce (la que da al mar) se entra por donde antes ingresaban las mercancías. Allí ahora, entre columnas y paredes de piedra, hay un pequeño mercado de piedras y joyas. Saliendo al patio nos encontramos con lo que se llama el Peristilo, antiguamente parte de las recamaras reales y a un costado de la Catedral de Split. Allí en ese espacio al aire libre hay un café que atiende en pequeños almohadones sobre las escalinatas y un espectáculo cada hora donde actores vestidos de soldados romanos y del Emperador y la emperatriz se asoman al atrio a saludar al “pueblo” presente.
Split es un muy buen punto de partida para explorar las islas de Croacia. Si bien el mar en todo el país es deslumbrante, la ciudad no es un gran destino de playa.
Brac
El segundo lugar que elegimos visitar fue la isla de Brac, enfrentada a Split, una de las más grandes del país, a solo 40 minutos en Ferry desde el puerto y en la línea Jadrolinijia que recorre todo el país con una flota enorme de barcos. El viaje cuesta unos 4 euros o 28 kunas (la moneda de Croacia, ya que si bien estamos en Europa no estamos en un país que utilice el Euro como moneda). El viaje hasta la isla es muy sereno y rápido, tiene varias poblaciones y elegimos quedarnos en Supetar, uno de los destinos preferidos por los viajeros. Una pequeña bahía antigua, rodeada de perfectas construcciones de piedras, con palmeras mediterráneas, barquitos pesqueros anclados en el mar translucido y una limpieza asombrosa. Otra vez el pueblo es mayormente peatonal lo que lo hace muy tranquilo y seguro para estar. La playa es de piedras blancas, grandes y medianas, el mar es de un color azul verdoso muy intenso y de gran transparencia. Los balnearios están hechos de una manera que hace recordar a enormes piscinas por momentos ya que en donde es mínimamente escarpado o elevado el ingreso al agua se han hecho paredes de hormigón, plataformas y colocado escaleras para entrar y salir del agua.
En Supetar hay muchas opciones gastronómicas. Las que están sobre la bahía de pescadores central son más caras y pretenciosas, sin embargo, a unas pocas cuadras de allí, también al borde del mar, sobre la playa pública de la calle Vlacica, encontramos dos pequeños restaurantes con excelentes precios (una hamburguesa por 4 euros) y comidas más wifi, algo que no es de lo más usual en esta zona.
Una de las mejores formas de conocer los alrededores de Supetar es por mar. Justo cuando estábamos a punto de alquilar un auto para dar vueltas por la isla vimos que alquilan pequeños botes a motor. Con un poco de valentía y algo de conocimiento náutico nos decidimos por esa última opción (pequeños motores como para que no puedas hacer locuras) por el día y salir de esa forma a navegar por la costa buscando nuestros propios lugares “únicos”. Sin lugar a dudas es una opción que recomiendo porque el mar (una vez más lo digo) es excepcional y la independencia de ir a nuestro propio ritmo recorriendo y disfrutando no tiene precio (el precio del alquiler es de aproximadamente 50 euros el día).
Al otro lado de la isla, del lado sur, después de un intenso recorrido en ómnibus por el centro montañoso de Brac, llegamos a la famosísima Bol. Aquí está el archi fotografiado “cuerno de oro” que dicen es la playa más bonita de Croacia. Bol es también una ciudad pequeña sobre el mar, muy coqueta y luminosa. Para llegar desde la estación de trenes a la playa del Cuerno de Oro, o Zlatni Rat en croata, hay que caminar por la costanera admirando el color del agua para luego sumergirse en un paseo peatonal muy espacioso, moderno y bonito que recorre un enorme bosque de pinos entre casas lujosas, paradores pequeños y bahías hermosas. Al llegar a Zlatni Rat el paisaje nos demuestra que vale la pena, si bien el lugar está muy desarrollado comercialmente por paradores y bares, eso no perturba la belleza del lugar ya que está bien trabajado. Como siempre, la playa es de piedras blancas, esta vez un poco más pequeñas, y el agua es de un color increíble.
Hvar
Desde Bol tomamos un ferry hacia la isla de Hvar, más larga, angosta y al sur que la anterior. El viaje desde Bol (más cercano a Hvar que Supetar) cuesta 14 euros o 100 kunas y toma aproximadamente 50 minutos. En esta isla, solo al llegar se percibe que estamos en un lugar diferente. El puerto y la ciudad antigua, con una marina sembrada de palmeras y bares de primer nivel, le dan el marco a un sinnúmero de yates de lujo de todos los tamaños y orígenes del mundo. La ciudad fue, desde siempre, un cruce de mercaderes y hoy es un pequeño museo al aire libre. Es bellísima y se reparte entre las colinas de los alrededores y la costa. Sus calles pueden resultar bastante empinadas. En Hvar (hay una ciudad que se llama como la isla) las opciones de playa son muchas. Nosotros nos hospedamos en la parte alta y de ahí fuimos caminando a la playa de Pokonj Dol para deleitarnos con un lugar increíble. La playa tenía piedras (por supuesto), un mar hermoso y la infraestructura de tres bares de distinta categoría.
Hvar es un lugar de alto nivel, tanto en lo que hace hasta la gastronomía, con propuestas de exquisita decoración y alto nivel (con precios que superan los 30 euros por plato en cualquier lado) y a lo que se refiere a vida nocturna, referenciado en temporada como uno de los lugares que compite directamente con la mítica Ibiza. Como ya dije, hacer una recorrida por la marina de Hvar es hacer un paseo por los “juguetes” de los ricos y famosos. Para los que no accedemos directamente a ese mundo hay opciones más cercanas a la realidad, una de ellas es subirse a uno de los tantos water taxi que se ofrecen durante el día para ir a visitar y disfrutar de las islas cercanas (una propuesta que no conocíamos al llegar). Estas islas no son pequeñas, pero en su mayoría están deshabitadas y cuentan con paisajes soñados, típicamente áridos del Mediterráneo y con aguas transparentes y hermosas como todas las de Croacia. Nuestro paseo fue la espectacular Mlini Beach, una playa que es la unión de dos pequeñas islas. Hay que caminar un poco desde donde te deja el water taxi, entre un bosque de pinos, y al llegar a la pequeña bahía se descubre un paraíso verdadero. La playa es de piedras, como siempre, la bordean árboles que dan sombra, algunos camastros que le dan un aire muy particular y el agua que es cristalina y te atrapa. Hay un pequeño bar que da algunos servicios y nada más. Es un lugar ideal para pasar un día de playa y descanso. Quizás lo ideal sea llevarse la comida porque no hay demasiadas opciones y, otra vez, no es un lugar barato.
La Plaza Central de la ciudad es un lugar muy bonito para recorrer. Lo que antes fue un lugar donde había agua y entraba el mar, fue siendo rellenado con el paso de los siglos para convertirse en una explanada que al día de hoy enfrenta el mar y es lugar de cita obligada para todos los que paseamos por allí. Un lugar muy bonito para visitar, por sus vistas e historia, es el Castillo Español. Está en una colina que domina el ingreso a la bahía y para llegar a él hay que subir por alguna de las calles de la ciudad vieja. El paseo es muy bonito, las calles medievales son hermosas, bien mantenidas y en sus rincones se abren pequeños restaurantes, bares o negocios boutique. Una vez arriba hay un parque forestado artificialmente que te regala vistas increíbles de la ciudad, la bahía y las islas cercanas. Es un tanto cansado si no tienes buena condición física, por lo cual, hay que tomarlo con tranquilidad.
¿Sabías que…?
La moneda oficial es el Kuna que tiene un valor de aproximadamente 1 euro= 7 kunas
El idioma oficial es el croata, pero la mayoría de la gente habla inglés.
Desde la mayoría de las Capitales de Europa hay vuelos diarios y de distintos costos para llegar a Split o Dubrovnik.
Lufthansa o British Airways conectan a CDMX con Croacia en vuelos de una sola escala.