Aprende a decir "No" sin culpa.

Aprende a decir "No" sin culpa.

Límites sanos para el 2026

Estamos en la recta final del año, época de reuniones, compromisos, festejos, cenas de trabajo y la presión de revisar si cumplimos los propósitos de este año y ponernos nuevos para el siguiente...Pero hay una herramienta que puede salvarnos: los límites. Poner límites es un acto de autocuidado que, bien hecho, de manera amable y asertiva, incluso fortalece las relaciones.

Aprender a poner límites es firmeza sin hostilidad, claridad sin excusas, por ejemplo, significa decir: “No puedo ir, pero gracias por invitarme.”, “Hoy no puedo atender ese tema, lo vemos después de las fiestas.”, “Prefiero no hablar de eso en esta reunión.”

 

Los tres tipos de límites

Los límites no son iguales para todos. Conocer cuáles son los tres tipos te ayuda a identificar dónde estás y cómo quieres moverte:

  1. Límites rígidos: Son muros altos: no dejas que nada ni nadie cruce. Ejemplo: “No voy a ninguna cena navideña porque odio el drama”. Protegen, pero también aíslan si se usan en exceso. Otros ejemplos: “No hablo de mi vida privada.”, por miedo a ser juzgada; con la pareja: “Si no hablamos de problemas, todo está bien.”, evita conversaciones incómodas pero necesarias; o en los hábitos: “No puedo faltar ni un solo día al gimnasio, aunque esté enferma.”
  2. Límites porosos: Son casi invisibles: dices “sí” a todo, aunque no quieras. Ejemplo: “Me quedo hasta las 2 a. m. en la posada, aunque esté agotada, porque no quiero quedar mal”. Parecen amables, pero suelen llevar al agotamiento o al resentimiento. Otros: “Está bien, vamos a donde ustedes digan.”, cedes, aunque no estés de acuerdo; aceptas comentarios hirientes “para no discutir” o dejas de lado tus rutinas de autocuidado por los planes sociales.
  3. Límites flexibles: Son puertas con llave: eliges cuándo abrir y cuándo cerrar, son negociables y adaptativos. Ejemplo: “Sí voy a la cena familiar, pero me iré a las 10 p. m. para descansar”. Otros: “Puedo hacerlo, pero necesito que movamos esta reunión.”, en el trabajo; “Hoy no puedo hablar, ¿te parece si lo vemos mañana?” o “Quiero ayudarte, pero necesito hacerlo a mi ritmo.”, con alguna amiga; “Podemos platicar de esto, pero necesito que no me interrumpas.”, al conversar de temas difíciles con la pareja.

El regalo de fin de año: tu paz mental

Poner límites no es rechazar a otros, es decirte “sí” a ti misma. Si eliges practicar límites flexibles, cerrarás el año con algo mejor que una lista de propósitos: la certeza de que tu energía y tu tiempo están en buenas manos: las tuyas.
Image
Image
© 2015-2020 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS MIDWOMAN Fashion Magazine