Por: Andrea Victoria
Cuando escucho la palabra gluten, enseguida mi cerebro lo asocia a calorías, por lo tanto, si escucho o veo un producto que indique “libre de gluten”, en automático asocio que es saludable. La cultura que nos sumerge en las redes sociales y estándares de belleza que nos impone a realizar difíciles dietas ha ocasionado, entre muchos otros casos, las famosas dietas libres de gluten.
Por su puesto, no creo ser la única que ha caído en la artimaña de creer que todo aquel producto que indique que tiene “cero gluten”, “cero calorías” o “cero grasas saturadas” es en automático, un producto saludable y/o satisfactorio en nuestro día a día.
Cuando se habla de gluten, se refiere a la proteína que se encuentra en la semilla de muchos cereales tales como el trigo, algunas avenas, la cebada, el centeno, entre otros. Éste es el responsable de la elasticidad de la masa de harina. Sin embargo, existen algunas personas, genéticamente susceptibles, que son incapaces de ingerir esta proteína por completo.
La enfermedad Celíaca, patología genética en donde el cuerpo es intolerante a digerir el gluten, es una enfermedad que afecta al 1% de los adultos a nivel mundial y que, debido a sus síntomas tales como diarrea, dolor abdominal, irritación y depresión, se ven obligados a llevar una dieta especial que controle dicha enfermedad.
Por otro lado, la reciente “moda” por la población sana y por algunas industrias alimentarias, ha llevado a que algunos estudiosos del tema hablen de este fenómeno. Si bien, algunas estrategias de marketing y la influencia de redes sociales nos han hecho creer que llevar una dieta sin gluten es igual a bajar de peso más rápido, dicha dieta no está exenta a problemas. Por ejemplo, en una panadería que vende productos sin gluten, para sustituir la falta del mismo tendrían que añadir más grasas saturadas o azúcares para aportar estabilidad y mejorar el sabor.
Sea cual fueren nuestras decisiones para alimentarnos, siempre es importante acudir con los médicos de confianza para llevar un seguimiento saludable y correcto que no afecte nuestro rendimiento o nuestra salud.
